En estas cuatro décadas de vida uno adquiere la perspectiva suficiente para encontrar en su comportamiento ciertas claves que se repiten. Un cierto autoconocimiento.
Está relación con las claves, empezó desde pequeño con un espíritu tranquilo y "a su bola" mezclado con alguien amigable y parlanchín. Todo esto derivó en el cuestionamiento de mi y de los otros, de lo real.

Caí en la carrera de Filosofía como un osezno en la miel. Este período me otorgó, instrumentos, ideas y pensamientos que desee aplicar en la política, en la sociología y en la psicología. El descubrimiento poco después del cine documental me abrió la posibilidad de amplificar mi mensaje a los otros, de que llegara a más gente. Este ambiciosa elección me dejó una capacidad de trabajo enorme, una entrega demasiado ambiciosa y una obesidad mórbida de nivel 4.
Decidí dedicarme a mí para equilibrar el asunto y vivir en otros países para recrearme. Tanto fue así que empecé a correr maratones, interesarme por la musculación y sin duda por el yoga. Me saqué el grado en Nutrición.
La parte sectaria, los namastés vacíos y el diálogo de autoayuda iluminado me mantuvo alejado por un tiempo de la compleja disciplina del Yoga.

En 2016 mi madre se cae al suelo para no volver a levantarse. Un mieloma múltiple me la arrebató en menos de treinta días. En ese período de cuidador empecé a investigar sobre el cáncer y otras enfermedades por si podía ayudar en algo. Obviamente con mi madre no llegué a poner nada en práctica, pero no cayó en saco roto ya que un mes más tarde diagnosticaron a mi padre de cáncer de próstata.

Esta vez pude entregarme a mi padre y transformar lo que podría haber sido duro, cuidar un enfermo, en una actividad delicada y emocionante con el llamado YOGA TERAPEUTICO que prefiero llamar YOGA DE ACOMPAÑAMIENTO RESTAURATIVO.
Descubrí que ayudar forma parte ya no sólo de un carácter sino de una fuente de conocimiento, indagación y disfrute. Busco compartirme.